lunes, 13 de mayo de 2013

Mi dulce niña mujer


MI DULCE NIÑA MUJER

- A María Lucrecia en sus 15 años -


En este Abril el Otoño
se viste de Primavera…

Atrás quedaron los años de la infancia,
dulce niña,
cual retazos de inocencia
con mimos y golosinas
endulzando una etapa
de alma recién nacida.

Ayer ensayaste en juegos
los roles que ahora te invitan
a transitar nuevos días hasta llegar,
dulce niña, a la mujer que te habita.

Con esos tacones altos
y ataviada de princesa
sueñas que sueñas la vida
vives que vives los sueños.
¡Sé feliz, mi dulce niña!

¡La flor está tan bonita
hoy que abrió todos sus pétalos!
Son quince… los he contado…
quince años, dulce niña,
quince abriles que en ti anidan.

Mañana habrá fotos, recuerdos,
anécdotas y alegrías
guardados en el corazón
de una mujer ya florecida
que a la niña, dulce niña,
siempre traerán a este día.

Cuántas certezas quisiera
obsequiarte en este instante,
mas sólo tengo anhelos
y algún que otro consejo
de tía consentidora para ti, mi dulce niña.

Nunda aceleres los pasos,
es mejor no andar de prisa
para llegar a algún lado.

Los caminos que se abren
ya verás son infinitos
y no se puede con todos.
Hay que apostar a uno solo.

Exento de equivocarse
no ha estado jamás ninguno.
Sin embargo no hay error
que sólo sea infortunio,
también te dará valor
para emprender nuevo rumbo.

La confianza en tus afectos
es el mejor equipaje
para enfrentar imprevistos.
Padres, hermanos, amigos…
incondicionales siempre serán contigo.

¡Y ya basta de lecciones
que bien sabrás aprender!
¡A estrenar la juventud, a compartir la ilusión,
a volar con alas nuevas
y a celebrar la ocasión.
Con un dejo de nostalgia
y un puñado de esperanzas
te deseo feliz cumple, mi dulce niña- mujer.

Tía Silvana


Capullo


CAPULLO

- A mi sobrino Vittorio -



Ojitos de cielo,
manitas de miel
se encendió la vida
viéndote nacer.

Llegaste a tiempo
capullo de amor
para llenar los huecos
que deja el dolor.
Para animar los sueños
dormidos de ayer,
para endulzar con besos
mejillas de sal.
Llegaste a tiempo
capullo de amor
para curar heridas,
para limpiar las almas,
para ahuyentar fantasmas,
para traernos paz,
para enseñar que siempre
se vuelve a empezar.

Llegaste a tiempo
capullo de amor
para salvar las naves,
para pintar estrellas,
para ser nuestro refugio,
para marcarnos nuevos
y esperanzadores senderos.

Llegaste a tiempo
capullo de amor
con la primavera
abriéndose en flor,
con el sol que brilla
al pasar la tormenta,
con el arco iris
de siete colores,
con buenos presagios
y con bendiciones.

Llegaste a tiempo
capullo de amor,
ojitos de cielo,
manitas de miel
para amarte mucho,
para hacerte bien.

Tía Silvana


Cuenta regresiva


Poesía: Silvana Mandrille - Fotografía: Jorge Bossa

domingo, 12 de mayo de 2013

Premios y Menciones 2012


TU ÁNGEL GUARDIÁN

Mi sangre joven renace
escurriéndose en tus venas centenarias.
Forjadora de sueños sublimes…
Modeladora innata de almas sabias…
Cuna de amistades y colegas…
Perenne formadora de docentes…
Madre de todas las escuelas…
De ti nací hija del saber y del valor,
habitando del ser cada rincón
con la misión de sembrar educación.
Así el sello inmortal de tu esencia,
más allá de los destinos inmanentes,
trasciende a las generaciones por los siglos…
Nutriente cultural donde la diversidad comulga.

Perdurarán por siempre tus paredes
abrigando recuerdos,
tus ventanas abiertas
cortejando al sol y a las estrellas,
tus patios aromados vacíos de silencios,
tus aulas pobladas de alumnos y maestros:
los que son, los que fueron
y los que un día vendrán.

¡Escuela Normal, cuánta nostalgia!
Son tantos  tus cien años de historia en el tiempo
como  este medio siglo en mis entrañas.
Cuando mi espíritu se eleve por sobre la tierra,
ganarás al ángel guardián que te proteja
durante tu eterna estadía en esta aldea.
¡Es mi promesa, Escuela Normal,
símbolo  de mi afecto sin fronteras!

Primera Mención Compartida Categoría “D”
Concurso Literario “Los cien años de la Normal
San Francisco (Cba.), Agosto de 2012



CUENTA  REGRESIVA

En ramillete de olvidos
perecen hoy mis recuerdos.
Una amnesia gris garabatea
el desprolijo mapa de mis días.
Intento recuperar la memoria perdida,
mas se niega el alma
y los sentidos inmutables se resisten.
Una ausencia de rimas y de ritmos
se apodera de las palabras.
El silencio se instala,
presuroso, a ocupar el primer lugar;
aunque sea el único espectador
en la cuenta regresiva de mi vida.

Tercera Mención Género Poesía Libre
Concurso Literario “Manuel Torres”
Santa María de Punilla (Cba.), Septiembre de 2012



ACRÓSTICO

Armaste un mundo a tu medida,
        incompatible con el real.
                        Pudiendo ser, no fuiste de este orbe.
Lenguaje intrépido y hondura espiritual
        fueron los dones que bebiste en esta vida.
                        Imposibilidad de doblegarte a la rutina.
Estigmas de amor no correspondido
         afloraron en tu piel y en tu alma.
                        Zancadilla en la vereda del afecto.
Jugaste con palabras de soledad y miedo,
        y te enredaste en la muerte.
                        Anunciaste tu partida prematura.
Ausencias descarnadas libaron
        tu corazón de niña anciana.
                        Rimaste paradojas en los versos.
No pudiste forjarte,
        en esta dimensión, una morada.
                        Navegaste en el medio de la nada.
Días negros, como noches,
        oscurecieron la razón de tu sinrazón.
                        Intentaste un desembarco infructuoso.
Ríos de sangre, desbordaron por tus venas abiertas
        y al corazón no regresaron.
                        Karma de otros espíritus que te habitaron.
Apagaste tus fuegos internos
        y regalaste tu osadía de poeta a la trascendencia.

Tercera Mención en Poesía
Concurso Literario Internacional “Alejandra Pizarnik”
Cañada de Gómez (Sta. Fe), Septiembre de 2012


DOS ÁNGELES

        El invierno pintaba de gris el paisaje. Los árboles, casi desnudos, añoraban su atavío. El viento del sur jugaba con las últimas hojas huérfanas. María se hizo amiga del frío y de la llovizna. Caminó por las calles desoladas sin rumbo, sin prisa, sin pretender llegar a ningún lugar, sin el deseo de regresar a su hogar. Ese hogar diezmado por el destino. Ella quería olvidar, pero todos los recuerdos se agolpaban en su mente cual peces escamosos. Con cada remembranza, su corazón se desangraba un poco más.
        ¡Su cuerpo se veía tan frágil! Había perdido veinte kilos y a ninguna dieta se lo debía… ¡Es que cuando se mastica dolor no se puede digerir alimento alguno, ni siquiera disfrazado de manjar! La tristeza era tan honda y negra como sus ojeras. La angustia no la dejaba respirar y la culpa le carcomía el alma. Se sentía aislada del mundo, inmersa en una soledad que la ahogaba. Su esposo y su hija la acompañaban, sin embargo ella no podía reparar en sus presencias porque la ausencia de su hijo era demasiado grande.
        María ya había llorado todas las lágrimas y, lejos de sentir alivio, advertía que su corazón se había secado imitando a los árboles en el invierno. Sabía que la felicidad (su felicidad) estaba perdida para siempre, que todos sus sueños y proyectos habían partido junto al hijo. Y a su edad el útero ya no podía ser ni cuna ni abrigo.  Así moría, para ella, la ilusión de nuevos alumbramientos.
        Hubo un tiempo en que una idea le envenenó el sentimiento. Intentó armar la valija y llevarse al otro mundo lo poco que le quedaba: sus huesos cansados y su cerebro sin memoria, casi al borde de la locura. Alguien la animó a no bajar los brazos, tal vez el ángel que ganó en el cielo.
        Habían pasado dos años de largo duelo. Un día, el menos pensado, su hija le anunció que sería abuela. En un instante su vida dio un giro inesperado. El semblante empezó a teñírsele de colores. La foto prenatal mostraba a un hermoso varón. Cuando nació fue una fiesta. La abuela disfrutó cada segundo del acontecimiento.
        A medida que el niño crecía, María recuperaba las ganas de vivir. Empezó a dedicarse tiempo: se matizó el pelo, se pintó las uñas, aumentó de peso, se compró ropa nueva… Y una sonrisa cada vez más grandota se dibujaba en su rostro. Abandonó las largas caminatas que la habían sumido en el destierro y la incomunicación. Las reemplazó por divertidas mini excursiones a las distintas plazas de la ciudad en compañía de su nieto. María volvió a nacer y la felicidad regresó para quedarse.
        Por las noches, cuando apoya su cabeza en la almohada, recuerda siempre a su hijo pero ya sin llanto, ya sin insomnio, ya sin rabia, ya sin dolor… Antes de sumergirse en la profundidad del sueño, reza y agradece por los dos ángeles: el que ganó en el cielo y el pequeño de tres años que la llama “abuela” (dos veces mamá). Entre los dos ocupan el universo de su renovado corazón.

Cuarto Premio - Género Cuento
Concurso Literario “Hugo Wast” 2012
Las Varillas (Cba.)



ALMA MÍA

Te busco alma sin poderte encontrar,
tal vez lo haga en sitios equivocados.

Te busco en la vorágine de la cotidianeidad acelerada,
en mi mente aturdida por la mundanal resaca.
En la indiferente mirada de mi prójimo,
en la inconsciencia de sus actos,
en la patética frivolidad de su existencia.

Te busco alma sin poderte encontrar,
quizás deba revisar el mapa y corregir el rumbo.

Te busco en la soledad de mis noches de insomnio,
en otros escenarios geográficos:
voy a la montaña, a los valles, al río;
en el rincón de los olvidos
y entre la abultada carga de recuerdos.
En la ciudad gris de mi pasado,
y en el incierto espejismo del futuro.

Te busco alma sin poderte encontrar,
el tiempo conspira contra el afán de hallarte alma mía.

En otra dimensión tienes  que estar,
allí me has de esperar -voy a tu encuentro-
yo llevo mi anhelo de paz,
cúbreme con las alas de lo eterno.

Mención de Honor
Certamen Internacional
“Escritura Compartida 2012”
Los Cocos (Cba.), Noviembre de 2012



DETRÁS DE LOS AFECTOS

        Descorro el velo de los años y asoman días de inocente infancia, de asombro por las pequeñas cosas. Un tiempo con ángel de la guarda. Una vida que era abrigo tibio, camino ancho y llano, horizonte alcanzable, jardín de flores perennes…
        Hoy pasé por una plaza y un chiquillo me pidió que lo hamacara, bien alto -me dijo- que quiero tocar el cielo. Bendito niño -pensé- que ni se le ocurre  medir la distancia que lo separa del cielo y sólo percibe el azul profundo que lo inunda. Se reía, mientras gritaba… ¡Lo toco! ¡Lo toco! Y yo celebraba con él, el regreso del antiguo ángel guardián de la infancia.
        Al recuperar al ángel, recobro a la niña olvidada. Entonces, por un momento, la dura batalla de vivir deja de embarullarme y los ojos que siempre estuvieron vueltos hacia afuera miran el alma. Redescubren la ternura de unos abuelos que me hicieron más linda la infancia. Intuyo que soy más feliz por haber disfrutado de ellos, cuya presencia fue muy importante para el ser que iba creciendo dentro mío.
        Mis  abuelos paternos me prodigaban todo el amor que tenían, sin guardarse nada. Yo, en mi inocencia, los veía felices y sentía que siempre lo habían sido. Pero un día conocí la historia de mi abuelo… Un hombre que cuando joven llegó de la vieja Italia, escapando del horror de la guerra. Argentina lo recibió, nueva y progresista. Económicamente le dio la posibilidad de un buen pasar y junto a la abuela criaron a cinco hijos, entre ellos mi padre. Una familia que le permitió renacer, empezar de nuevo, reconstruir su vida. Sin embargo, a veces creo que todo no fue suficiente para hacerle olvidar el estupor de los campos de concentración. Seguramente, por las noches en la soledad del sueño y la pesadilla, resucitaban en su memoria las imágenes de la deflagración, los gritos, los muertos y los heridos; las víctimas y, entre estas, se habrá percibido a sí mismo con sentimientos encontrados: como un hombre de suerte porque sobrevivió, como un tirano porque mató, como un cobarde porque huyó… Siempre  se expresaba poco, como si la huella del desapego o de ser ajeno a  lo que sucedía alrededor  tiñera su vida cotidiana. Supongo que las representaciones del pasado interferían en la manifestación de sus afectos, y en esa existencia solitaria y algo distante que llevaba habrá encontrado la mejor manera de preservarse y no enloquecer.
        Cuando crecí y pude elaborar esta historia dolorosa me pregunté si habrá podido superar el destierro de su patria, la tristeza de no haber visto nunca  más a sus padres y hermanos, el fantasma de la guerra, aquel pasado de miseria y hambre, el momento crucial de decidir su destino…En fin, me hubiera gustado sacar de su corazón “el sentir” que su familia vincular pudo llenar el vacío de un ayer tormentoso. Mas la duda me acompañará siempre porque la empatía me permitió ponerme en sus zapatos y percibir su pena.
Detrás de los afectos siempre me reencuentro con la niña que fui, y también con el ángel guardián que me cuidaba. Si bien dicen los psicólogos que en la primera infancia está la raíz de todos nuestros traumas, estos no se hacen realidad hasta que los analizamos desde nuestra mente adulta porque cuando niños todo estaba bien como era. Desde que se fue aquella niña que jugaba despreocupada, sin miedo, con gracia, siempre contenta… tengo la sensación de complicarlo todo, de haberme convertido en un ser serio y calculador, lleno de inseguridades y de previsiones. ¡Siento una gran nostalgia por la niña que fui!
         Recordando a mis queridos abuelos, a través de este relato, recupero la ingenuidad, la quietud de aquel tiempo que pasaba sin prisa, la esperanza y los sueños, los juegos que hoy ya no juegan los niños en las escuelas… Agradezco al chiquillo de la plaza que me pidió que lo hamacara. El me reveló que siempre tengo la oportunidad de acercarme al cielo, rescatando aquel pasado en compañía de abuelos.

Primer Premio - Género: Cuentos Cortos
Concurso Literario “Acercando distancias”
Comunidad Marchigiana de San Francisco
San Francisco (Cba.), Diciembre de 2012


Menciones 2011


ALGÚN DÍA

Algún día,
el menos esperado,
me iré de esta vida
para siempre.
No tendré  la obligación
de estar presente.

Algún día,
quién sabe,
el mundo prescindirá
de mi estadía.
No ocuparé un lugar
en los censos,
ni en las guías.

Algún día,
no sé cuándo,
dejarán de marcarme
errores y aciertos.
No regresaré a mis labores,
se arreglarán sin mí
los dependientes.

Algún día,
en el futuro,
viajaré de regreso
hacia el pasado.
No tendré que pedir permiso,
la tierra generosa
alojará mis restos.

Algún día,
el último,
no sabré que lo es
y perderé el tiempo
en nimiedades.

No estaré para arrepentirme
de  abrazos que no di
y  palabras que  callé.

Ese día
será igual a cualquiera.

No sentiré, por gracia,
la ausencia de los míos;
ni el dolor de ellos
por haberme perdido.

Segunda Mención
XIII Concurso Nacional de Poesía
Ciudad de Villa Nueva
Villa Nueva (Cba.), Octubre de 2011


INSTANTE  GRIS

        Era una fría noche de junio, agrisada víspera de invierno. Algo aturdida e inconsciente aún de la realidad que me llevó hasta el lugar, entré a la sala. Observé los rostros desencajados de algunos compañeros. Caminé tan sólo unos metros y, entre candelabros de bronce y coronas de flores, divisé el féretro. Me acerqué despacio y trastabillando, con la resistencia de quien no quiere tomar conciencia de lo fáctico. Dentro de la lustrosa caja de madera la descubrí a Charo,  prolijamente maquillada y vestida de rosa y lila, los colores que tanto le asentaban. En su aspecto exterior estaba como siempre. Después de la primera impresión, comencé a advertir lo que pasaba… Charo no respiraba, no hablaba, sus ojos estaban cerrados y yacía inmóvil. Su espíritu se había esfumado, ya no moraba en ese cuerpo. El lugar preciso que había ocupado su ser, ahora estaba habitado por la nada. No lloré, no en ese instante ¡No pude hacerlo! Primero surgieron los planteos filosóficos, esos que nacen inevitablemente de mi insatisfecha condición humana. Y sí, digo y repito, ¡Insatisfecha! Porque como animal soy un fracaso y para ser Dios soy imperfecta. ¡Extraños y ambiguos seres los humanos! Y pensar que los hay aterrados de cualquier ente: de alienígenas, de fantasmas, de hechiceros y otros fenómenos sobrenaturales. ¡No hay nada más para asustarnos en este mundo que de nosotros mismos, los normales!
Decidí despejar la mente de tantas y tontas preguntas que no tienen
respuestas y me alejé un poco para encontrarme con una jovencita que sí lloraba, y lo hacía desconsoladamente. Eran las lágrimas de Mili, la hija de Charo, contenida por la compañía de algunas amistades. Pensé en mí, si en una situación similar, desearía estar sola o acompañada. La saludé, pronunciando las estúpidas palabras institucionalizadas para la ocasión:
-¡Lo siento tanto Mili!
-¡Gracias por estar! (y agregó) ¡Vos la conociste mucho a mi mamá!
Hice una mueca de dolor y me fui retirando en silencio mientras me preguntaba a mí misma: ¿La conocí? ¿Mucho? ¡Somos tan incognoscibles los humanos! Sólo podría afirmar que la percibí como Charo se mostraba, pero  sé que detrás de lo que se muestra siempre hay algo que se esconde. Por eso supe que detrás de la Charo, esa que siempre aparecía impecable ante mis ojos, había más de Charo. ¡Siempre hay algo más! Algo de ese más lo descubrí en el último tiempo y si tuviera que definirlo en una palabra, diría que era “cansancio”. Lo demás de más, no alcancé a percibirlo, se lo llevó con ella.
        Al día siguiente fueron las exequias. Una tarde gris la despidió, un coche gris trasladó sus restos. Los compañeros de trabajo que formaron un cordón para dar paso al cortejo, vestían uniformes grises, y gris era el mármol de su última morada...
-¿Será gris el instante de la muerte? (pensé en voz alta)
Sentí las miradas interrogantes que no entendieron la expresión de mis pensamientos. Me relajé y el llanto brotó de los ojos. Se escurrió por las mejillas, confundiéndose con la fina llovizna. ¡Nadie se dio cuenta que lloraba!
        Hoy es jueves, a una semana de su partida. Los vivos seguimos en la rutina, es decir andando a toda velocidad por la ruta de la vida. Yo, en mi casa, engripada; tal vez a causa del intenso frío, aquella tarde, en el campo santo. Esta dolencia me libera. Por un momento abandono la desesperada carrera y emerjo del automatismo. Así puedo rememorar su despedida y lo escribo. Es mi modo de aceptarlo, y es también el espacio que encuentro para sacar a la luz lo que cotidianamente no se ve de mi misma.

Mención Especial Género Cuento
Concurso Literario “Hugo Wast” 2011
Las Varillas (Cba.)


ARMADURA

En la nocturna soledad del cuarto
el cuerpo es una pluma
y hasta puede volar,
la mente se aquieta
y el alma encuentra la paz.

Cuando nace el día
sale enfundado el cuerpo
en su traje de metal.
Con el paso de los años
la armadura se oxida,
me empecino en renovarla
y hasta en quererla cambiar.

¿Llegará el instante
que sin esta prótesis
pueda igual andar,
sin que sea ese instante
el de la muerte...el final?

Todas la ataduras quisiera desatar
mas un solo nudo, el de la pasión,
enreda los hilos y en la trama queda
prisionero el ego sin poder escapar.

Detrás de los grises, tembloroso y tímido,
se esconde el espíritu que no tiene rostros
para hacerse notar.

¿Habrá algún resquicio
por dónde se asome este gris que anhelo,
sin blancos... sin negros que son mi desvelo?

Mención Especial en Poesía
Certamen Internacional “Escritura Compartida”
Los Cocos (Cba.), Noviembre de 2011