viernes, 19 de mayo de 2023

El hijo del abogado


EL HIJO DEL ABOGADO

 

El adolescente de dieciséis años, hijo de un prestigioso abogado penal, pocas veces entraba al estudio de su padre. Si lo hacía era para pedirle dinero o hacerle firmar alguna nota del colegio. Sin embargo, aquel día, el Doctor no se encontraba en su oficina. El jovencito decidió esperarlo, pero era un chico muy inquieto y curioso para quedarse pacientemente sentado haciendo tiempo. Sin quererlo, se encontró husmeando los papeles desparramados sobre el escritorio que, para su gusto, eran demasiados. Mientras leía en un expediente: “En los autocaratulados Mario Reyes y otros por tentativa de homicidio en ocasión de robo…, se amplían las pruebas por el testimonio que brinda un testigo protegido y se procede al cambio de carátula en homicidio calificado por el número de personas en ocasión de robo a mano armada, sentenciándose al imputado a cadena perpetua”. Rápidamente desvió la atención hacia otro prontuario que rezaba: “En el autocaratulado José Monges por abuso a un menor…, la inexactitud de las pruebas aportadas, determinan que se haga inmediata la libertad de Monges por falta de mérito”.

 

El joven que tenía un gran espíritu investigador, tal vez precoz para la edad, comenzó a plantearse algunas cuestiones que rayaban el ámbito de la filosofía… ¡Así que un  papel puede decidir la condena o la libertad de una persona! Y pensar que mis compañeros y yo los usamos para plegar aviones que hacemos volar  de un extremo al otro del aula. Y mi hermanito le hace dobleces hasta convertirlo en un barco que lanza desde el puerto-vereda al río-calle, después del aguacero. Mi hermana traza en el papel bellos dibujos que colorea y luego plisa transformándolo en abanico.

 

¡Para cuántas cosas sirve un papel! Hasta el día de hoy no me había dado cuenta, piensa el muchacho. A la hora de completar la tarea, saca sus cuadernos y libros, y ahí están… ¡Más papeles! A estos los piensa usar para encender el fuego del asado de fin de curso, como hace todos los años. De pronto recuerda que tiene que renovar su documento… Otro papel, pero con foto. No ve la hora de tenerlo porque así podrá ingresar a los boliches sin problema. También cae en la cuenta que entre sus manos tiene el boletín de calificaciones ya que terminó el primer trimestre de clases, y deberá mostrárselo al padre para que lo firme. De hecho es el motivo por el que lo está esperando y bastante nervioso porque su informe de progreso escolar no es tan alentador. Le quedaron colgadas unas seis materias y el sermón paternal se avecina estruendoso. Al final esto de las calificaciones es como el prontuario de un reo, te sentencia o te redime. Lástima que en este caso no haya atenuantes que ayuden a bajar el tono de la reprimenda de papá.

 

Para mitigar el aburrimiento, mientras sigue esperando, comienza a fisgonear los libros de la biblioteca. Mira los títulos: Introducción al Derecho, Derecho Penal, Ley privativa de la ejecución de la pena, Criminología… Nada que le interese por cierto, hasta que escoge un pequeño librillo que pasa inadvertido entre tantos colosos. Es un libro de poemas. No entiende cómo a su padre se le ha traspapelado este ejemplar que no es acorde a la temática de los otros. Primero lo ojea, luego lee algunos fragmentos salteándose hojas. Finalmente lo lee completo, pues es apenas una obra de sesenta y cuatro páginas. Siente que le gustó, que esos textos le dejaron algo, que lo inspiraron. Abre un cajón del escritorio y extrae una hoja en blanco. Toma la estilográfica de su padre y empieza a escribir. En un tiempo que no fue breve, pero que a él se le pasó en un santiamén, plasmó una poesía y por primera vez sintió que ese trozo de papel valía porque en él se expresaban sus sentimientos más profundos, sus dudas, sus temores, sus alegrías, sus esperanzas, sus ilusiones… El chirriar de la puerta al abrirse, lo apartó de su quehacer…

 

-Hijo, ¿qué te trae por acá?

-Es para que firmes la libreta del cole, pa.

-¡Supongo que aprobaste todas las materias!

-Y… todas, no. Pero me faltan unos centésimos, el trimestre que viene las levanto a las seis.

-¡¡¡¡Seis!!!!

-Bueno, pero como te digo, pa, en septiembre te la traigo sin ningún aplazo.

-Está bien, pasámela por favor que no tengo mucho tiempo. Debo seguir con mi trabajo. A ver, a ver… como siempre, desaprobás las asignaturas más importantes: ¡Matemática! Algo que es básico para la vida. ¡Historia! Irreemplazable para conocer el pasado, corregir el presente y planificar el futuro… ¡Ah, pero en  Literatura que no sirve para nada, sacaste un diez!

-A mí me gusta Literatura, pa. Mirá, recién escribí esta poesía mientras te esperaba.

El padre toma la hoja y echándole apenas un vistazo, comenta despectivamente:

-Lo que me falta, un bohemio en la familia. Desde ya te aconsejo que vayas pensando en otra alternativa para el futuro porque escribiendo, lo único que vas a tener para comer son tus libros. Ya nadie lee en este mundo, ni compra libros.

 

El pobre se retira cabizbajo y algo decepcionado con la opinión de su papá, pero se olvida del tema y sigue su vida de estudiante sin demasiadas preocupaciones.

Al finalizar el año escolar, cumple con la promesa de levantar todas las materias pendientes y así deja muy contento a su padre.

 

Un día, por esos avatares del destino, el Doctor y su familia deben mudarse a otra ciudad. Según comentaban los vecinos, un ave negra siempre recibe alguna amenaza de un cliente al que no le solucionó el problema. Y así fue que, con gran pesar, el chico tuvo que alejarse de sus amigos justo cuando estaba cursando el último año de la secundaria.

 

Varios años habían pasado y desde el colegio del pueblo, se cursaba una invitación a los padres de todos los alumnos para que concurrieran acompañados de sus hijos y otros familiares, ya que un ex estudiante visitaría la Institución.

Aquella tarde, más de medio pueblo se había congregado en el Centro de Estudios. La directora  dio la bienvenida y agradeció el interés de todos por acercarse a escuchar la disertación del conocido y exitoso escritor.

 

Doña Lola, una señora que contaba más de 60 años y había vivido desde siempre en el pueblo, exclamó a viva voz: ¡Pero si es Julián Flores, el hijo del abogado!

 

SILVANA MARÍA MANDRILLE

 

Tercer Premio - Género Cuento

20º Certamen Literario Nacional y Países de América del Sur 2022 - Premio “Profesor Sergio Fabián Miranda”

Los Toldos (Bs. As.), Mayo de 2023





Al poeta

 

AL POETA

 

No pidas al poeta

ni olvido ni perdón,

él sabe de recuerdos

y vive de ilusión.

 

Se cuelga de la magia

de la imaginación,

sus pies tocan la tierra,

sus manos las estrellas.

 

No pidas al poeta

que pierda la tristeza,

él enjuga sus lágrimas

y las seca al sol.

 

Se oculta entre amores

de breve duración,

de intensidad profunda

y eternidad con Dios.

 

No pidas al poeta

que huya del dolor

cuando hizo una daga

con su roto corazón.

 

Se atreve a soledades

que nadie transitó,

a oscuros silencios

donde adivina albor.

 

No pidas al poeta

que sea de este mundo,

nació para enseñarte

que hay otra dimensión.

 

Se esconde en los versos

respirando emoción

e intenta con las rimas

rearmar la Creación.

 

No le pidas al poeta

que cambie su misión.


Silvana María Mandrille

 

Mención Nacional - Género Poesía

20º Certamen Literario Nacional y Países de América del Sur 2022 - Premio “Profesor Sergio Fabián Miranda”

Los Toldos (Bs. As.), Mayo de 2023